¿Te preocupan las dinámicas que se dan en la comunicación interna de tu negocio o lugar de trabajo? ¿Qué importancia tiene este aspecto para el cumplimiento de los objetivos de la empresa?

Para alcanzar sus fines y ordenar las operaciones diarias de toda organización, sus integrantes se comunican por medio de canales formales e informales. Ejemplos de canales son los correos electrónicos, reuniones, conversaciones de pasillo e informes. También encontramos los Whatsapp de los grupos de trabajo, redes sociales internas, entre otros.

Es muy frecuente que una empresa pequeña no sea consciente de cómo influye la comunicación interna en sus métodos y finalidades. Ello se debe a que las prioridades están dirigidas generalmente hacia objetivos más inmediatos. Si el número de colaboradores es pequeño, es posible además suponer que no debiesen presentarse inconsistencias en este ámbito.

La cultura organizacional, que tiene aspectos positivos y negativos, comienza a mostrar sus rasgos a medida que la empresa crece. En particular, los aspectos negativos se incuban sigilosamente y la expansión de la actividad organizacional, en el tiempo, puede generar inercias difíciles de controlar sin tomar en cuenta aspectos como la comunicación interna de la empresa.

¿Qué pasa si, resultado de este tipo de fenómenos, se detectan contradicciones entre lo que se dice oficialmente y lo que se expresa en los canales informales? O bien, ¿qué ocurre si los colaboradores, ante falta de información, idean sus propias hipótesis y respuestas? Situaciones de este tipo son muy frecuentes e implican riesgos de distinto calibre y naturaleza para cualquier organización.

Por ello para las comunicaciones corporativas es tan relevante la necesidad de sistematizar la comunicación interna, a fin de que no dependa exclusivamente de las habilidades que en esta materia puedan tener personas puntuales. Más importante aún es considerar que estas dinámicas no se resuelven en forma espontánea. La organización tiene que actuar sobre ellas en distintos planos.

Una comunicación interna valiosa

Si la comunicación interna es saludable, permite mayor compromiso y claridad al servicio de la gestión. Asimismo, reduce el conflicto y el rumor. Si es necesario, aporta transparencia y colaboración en forma transversal cuando las soluciones a ciertos problemas son difíciles de identificar. En síntesis, se convierte en un insumo crítico para el desarrollo y consolidación del sentido de equipo.

De esta forma, además, ayuda a traspasar el valor de la marca a los colaboradores. Además, facilita los diversos procesos de la organización y generando mística e identificación.

La comunicación interna también acorta las diferencias entre la identidad «hacia afuera» respecto de lo que se vive internamente. Por ejemplo, una organización que hacia sus clientes externos quiere proyectar una identidad de modernidad. Para ello, debe encargarse de que el cliente interno, sus colaboradores, vean a la empresa del mismo modo y evitar estilos muy tradicionales que entren en contradicción con lo que se quiere reflejar en el medio externo.

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