En un contexto de saturación informativa, y por qué no decirlo, de fake news, muchas empresas han variado su estrategia comercial apuntando a canales a los que se sienten poco acostumbrados o en los que no son fuertes.
Parte de este proceso de adaptación lo hemos visto en grandes empresas y también en el surgimiento de emprendedores que han reforzado sus propias estrategias de distribución de sus productos y servicios.
En el retail, muchas empresas han visto perjudicada su imagen corporativa por no poder adaptarse satisfactoriamente a una forma de operar a la que no están acostumbradas. La “experiencia de compra en la tienda” fue reemplazada en cosa de semanas por la entrega a tiempo en el domicilio. Es un cambio enorme, que tiene una incidencia fuerte en lo que una organización debe implementar en cuanto a su comunicación corporativa y de marketing.
En otro frente de grandes operadores, naturalmente todos los servicios de telecomunicaciones se han visto presionados de una forma desconocida hasta ahora. Algunos han resultado muy perjudicados y su imagen de marca resiente esa realidad, por lo que desde el punto de vista de comunicaciones corporativas deben enfocarse en recuperar terreno, aunque el efecto no sea inmediato.
Las empresas pequeñas por lo generan no cuentan con una estrategia de comunicaciones corporativas, más allá de lo que visualmente podemos entender de ella, como un reflejo del adn real de sus marcas. Esto se debe principalmente a temas de costos y a veces por desconocimiento. Sin embargo, pese a su realidad presupuestaria, no implica sacar plata del bolsillo tomar conciencia de que todo lo que hace una organización comunica, y desde esa premisa deben atender el conjunto de sus actividades considerando también este aspecto.
¿Cómo adaptar la estrategia de comunicaciones corporativas?
En otra oportunidad ya dimos consejos prácticos en esta materia y, por ello, ahora es momento de profundizar un poco más en esta materia. En este contexto, y hablando en términos muy generales, algunas recomendaciones estratégicas pueden ser las siguientes:
- Grandes empresas de servicios y retail: reforzar canales digitales evitando tácticas de automatización mal desarrolladas. El factor humano es fundamental en este contexto y debe incorporarse un elemento de disponibilidad más potente que el habitual. Respuestas muy lentas o genéricas castigan a la marca. Paralelamente, reorientar los aspectos logísticos que en este contexto son el nudo crítico de la operación empresarial, transformándolo en un elemento de servicio que también comunica. En este sentido, es fundamental dejar de verlo meramente como la penúltima etapa de la venta.
- Emprendedores y pequeñas empresas: potenciar el carácter humano y diferenciador de la escala del negocio es algo fundamental. Pueden proyectar este elemento como una fortaleza, teniendo la oportunidad de generar un contacto (positivo) más intenso con sus clientes que ante la satisfacción se convertirán en referenciadores. Paralelamente, deben “hacer real” su existencia adoptando una estrategia de comunicaciones de bajo costo, pero sistemática y que se proyecte en el tiempo. Esta estrategia se puede basar en externalizar servicios como gestionar las redes sociales y sitios web, que comúnmente ocupan mucho tiempo para un staff pequeño. Pero también en asesorías sobre este tema para capacitar a quienes están trabajando en el día a día. Y así, si es posible, poner la comunicación corporativa en el centro de la estrategia, buscando una identidad para la empresa que luego pueda traducirse en una imagen.
Las crisis son una oportunidad valiosa de cambiar lo que en múltiples aspectos no hacemos bien. La comunicación corporativa no es la excepción.
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